El financiamiento de Cofide se dará en el segundo semestre.

“Incorporar este millón o millón y medio de hectáreas a la agricultura, favoreciendo a las comunidades campesinas significará un renacer de la agricultura andina en Perú”, enfatizó el titular del sector, Rafael Quevedo.
Durante la presentación del convenio de cooperación técnica no reembolsable denominado “Recuperación de andenes”, explicó que el proyecto se ejecutará, en una primera etapa, en la comunidad campesina de Barrio Bajo, en Matucana, provincia limeña de Huarochirí.
Este proyecto piloto permitirá la recuperación de 150 hectáreas y beneficiará a 240 comuneros que habitan en Matucana, considerada una zona estratégicamente ubicada en relación con el gran mercado limeño.
Además, presenta características ecológicas apropiadas para el cultivo de productos de alta calidad, solicitados por los hoteles y restaurantes de primer nivel, los cuales serían los principales consumidores de esta producción.
“De acuerdo con los resultados del plan piloto en Matucana, podremos ejecutar, en una segunda etapa, el proyecto integral que considera la puesta en valor del millón o millón y medio de hectáreas a nivel nacional.”
Por ello, el proyecto integral permitirá, mediante la técnica de la georreferenciación, identificar dónde están ubicados dichos andenes y determinar el número exacto de hectáreas que tenemos.
“Se habla de un millón de hectáreas, pero calculamos o se comenta que pueden ser hasta un millón y medio”, agregó tras recalcar que esta iniciativa significará el resurgimiento de la agricultura tradicional.
“Este proyecto representa para el Ministerio de Agricultura y para Perú un acto trascendental, porque es la primera vez que en un país se concreta un proyecto de estas características y en el que se conviene el reconocimiento del legado histórico, de la sabiduría de nuestros incas, y que hoy rescatamos frente al cambio climático y la reducción de la pobreza.”
Este proyecto contempla la recuperación del conocimiento tradicional para captar agua, basada en los sistemas de acequias y puquios, y también se prevé crear embalses para mitigar el efecto del retroceso glacial.
“Respetando rigurosamente las tecnologías que heredamos, trataremos, con la tecnología moderna, de complementar este hermoso trabajo que hicieron nuestros antepasados.”
Recordó que la iniciativa forma parte de las políticas del BID y Minag, concerniente a la mitigación de los impactos del cambio climático, sobre todo en poblaciones de las comunidades de alto riesgo o vulnerables.
A su turno, Rodolfo Beltrán, director ejecutivo de Agrorural, indicó que el proyecto será financiado en una primera etapa por un monto de un millón 325 mil dólares, y que al culminar se buscará una inversión de 100 millones de dólares.
Los andenes permitirán una mejor utilización del agua proveniente de las lluvias y mayor sobrevivencia de los cultivos frente a las heladas, debido a que están construidos en pendientes. Además, contribuirán a la captura de carbono.
Agregó que entre los beneficios figuran los ingresos por la siembra y comercialización de productos mejorados de alta calidad. Adicionalmente se generarán puestos de trabajo en empresas de otras áreas, especialmente de turismo vivencial.
Regiones
El proyecto integral de desarrollo agrícola en terrazas o andenes tendrá lugar entre los 2,800 y 3,500 metros sobre el nivel del mar, coincidiendo con las zonas más áridas y con la población más pobre del país, específicamente en los departamentos de Ayacucho, Arequipa, Apurímac, Puno, Tacna, Moquegua, Huancavelica, Cusco, Lima, Junín y Amazonas.
Ello permitirá la generación de aproximadamente un millón de empleos en las comunidades andinas de los departamentos, precisó el Minag.
La gestión del convenio fue conducida por la Dirección de Gestión de Inversiones y Cooperación Técnica Internacional de Agrorural.
En la presentación del documento también participaron el representante del BID en Perú, Fidel Jaramillo; así como delegados de las comunidades de Matucana beneficiadas.
(FIN) LBH/VVS
GRM
Video donado por WilaxTV
Muy buena noticia. Esas terrazas incas son muy utiles. Hace años en un documental mostraron como reconstruyeron terrazas para su uso:
El especialista en temas amazónicos concluye que de no planificarse mejor la construcción de carreteras en la selva, para el 2021 esta habría perdido el 90% de su superficie.
El ingeniero Marc Dourojeanni analiza en su reciente libro “Amazonía peruana al 2021” la explotación de los recursos naturales y el impacto de los megaproyectos en esta región del país. “¿Qué está pasando? ¿Qué es lo que significa para el futuro?” son las preguntas que intenta responder el especialista, ex jefe de la División de Medio Ambiente del Banco Interamericano de Desarrollo.
En su libro analiza el impacto de las grandes construcciones en la selva, pero aun así considera que esta región necesita más infraestructura.
Muchas de las obras son necesarias, pero algunas van a ser más necesarias en los próximos años. Vamos a necesitar más energía y, por lo tanto, vamos a tener que construir más hidroeléctricas, pero tiene que ser poco a poco, de acuerdo con nuestra demanda energética. Pero ese no es el tema, nuestra preocupación tiene que ver con la falta de planificación. Se está proponiendo todo al mismo tiempo. Por ejemplo, en el caso de las carreteras interoceánicas y centrales hidroeléctricas, se vienen construyendo sin que la sociedad tenga acceso a información. Un día informan de la Interoceánica Sur, otro de la del centro, luego sobre Inambari y después nos enteramos de que hay otras seis.
¿Entonces, el problema principal es la deficiente planificación?
Es que no la tenemos. Se está terminando de construir la Interoceánica Sur y anuncian que el proyecto Inambari la inundará. ¡¿Qué seriedad es esa?!
Pero la interconexión vial con Brasil es necesaria.
Yo creo que eso es más bien una interrogante. El Gobierno nunca nos ha dicho por qué se necesitan las tres carreteras con Brasil.
Estas vías nos abren las puertas del Atlántico.
Yo creo que solo una de ellas es la que nos podría abrir esas puertas, la del norte, porque desde allí se podrán llevar los fosfatos de Bayóvar y es una vía donde los Andes son bajos Sobre las otras no hay una evidencia clara sobre la rentabilidad que tendrán.
Usted señala en el libro que la CAF (Cooperación Andina de Fomento) muchas veces asume proyectos que el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) y el Banco Mundial rechazan…
Es que son menos severos que el BID y el BM. Estos últimos exigen estudios muy detallados.
Afirma también que algunos de estos megaproyectos son subvaluados.
Claro, la mayor parte. Hay estudios que se han realizado en la construcción de todas las hidroeléctricas y se concluye que prácticamente todas son subvaluadas hasta en un 50%. En el caso de la Interoceánica Sur es un hecho. Fue anunciada en 850 millones de dólares, ya cuesta 1.700 millones y no está terminada.
¿Hay resultados cuantitativos sobre el impacto que tiene la construcción de estos megaproyectos?
Se estima que después de 20 años de carreteras se deforestan o se degradan 50 kilómetros de bosques a ambos lados de la vía. Transforma un bosque en una chacra, como pasó con la Marginal.
Pero hay carreteras que se tienen que hacer.
Sí, pero sin planificación ni desarrollo terminan facilitando negocios ilegales como la tala, la minería y el narcotráfico.
La selva concentra parte de los recursos que el Perú necesita para crecer, pero algunos la consideran intocable.
Yo creo que la Amazonía es peruana, no es de los amazónicos. Y lo mismo, ellos son dueños de la costa. Pero eso no implica que la costa y la sierra colonicen y exploten la selva, tienen que desarrollarla.
Usted señala que en el peor escenario para el 2021 la selva habría perdido el 90% de su territorio; en el mejor escenario, la pérdida se reduciría a un 56%. ¿Qué sugiere hacer?
Veamos. No todos estos proyectos están aprobados, algunos están en estudios. Lo que se debería hacer es evaluar su necesidad y rentabilidad, pero en el Perú todo se hace al revés. Se firma primero un acuerdo con Brasil para hacer hidroeléctricas y carreteras, pero aún no se cuentan con estudios técnicos, económicos y de impacto ambiental que precisen si es conveniente o no. Si ya fue decidido políticamente, entonces, para qué harán los estudios. La impresión que tenemos luego de la revisión de estos proyectos es que Brasil se lleva los beneficios, pero aquí se quedan los daños.
Usted advierte un círculo vicioso en la construcción de estos proyectos.
Un círculo que incluye consultores, empresas de construcción, bancos multilaterales y políticos.
¿Y el Gobierno?
Es parte de esto. Cuando está metido el BID o el BM, por lo general los estudios están mejor hechos, hay más garantía, pero cuando están metidos los bancos bilaterales o privados ellos solo quieren colocar su dinero.
LA FICHA
Nombre: Marc Dourojeanni.
Profesión: Ingeniero agrónomo y forestal, profesor emérito de la Universidad Nacional Agraria (UNA).
Trayectoria: Director general forestal y de fauna silvestre, vicepresidente de la comisión mundial de áreas protegidas, asesor senior del Banco Mundial y primer jefe de la División de Medio Ambiente del BID.
La energía eólica es un tipo de energía renovable cuya fuente es la fuerza del viento, y la forma típica de aprovechar esta energía es a través de la utilización de aerogeneradores o turbinas de viento.
El Perú tiene un potencial eólico de 77,394 megavatios (Mw) y una potencia aprovechable de 22,452 Mw, según el Atlas Eólico del Ministerio de Energía y Minas (MEM).
Dicho documento consigna que el país posee 28 de los 32 climas identificados a nivel mundial que son apropiados para la generación de la energía eólica, cuya vida útil es de 25 años como mínimo.
El gerente general de la Energía Eólica, Juan Coronado, indicó que la central eólica Cupisnique a 90 kilómetros al norte de Trujillo (La Libertad), tendrá una potencia de 80 Mw, y demandaría una inversión de 210 millones de dólares.
Mientras que la central eólica Talara (Piura) tendrá una potencia de 30 Mw y demandará una inversión de 70 millones de dólares.
Coronado indicó que en julio del 2012 ambas centrales deben empezar a generar energía eólica que será inyectada al sistema eléctrico nacional.
“Podríamos empezar antes si es que se aceleren los plazos para aprobar los permisos que necesitamos para obtener la concesión definitiva”, manifestó a la agencia Andina.
Indicó que en marzo deben suscribirse los contratos de suministro de energía con el MEM, y luego de ello empezarán a trabajar en los estudios de Impacto Ambiental, arqueológicos y otros que se requieren.
Precisó que para instalar las dos centrales de Energía Eólica se deben traer al Perú los aerogeneradores, que son molinos de 80 metros de altura con palas de 50 metros de largo, que constituye toda una operación logística nunca vista en el país.
Para la compra de estos equipos ya están evaluando propuestas de proveedores mundiales como General Electric, Siemens, Acciona, entre otros, para definir en los próximos días la mejor tecnología.
Igualmente, para el financiamiento del proyecto están en conversaciones con fondos de inversión de Estados Unidos y con entidades multilaterales como la Corporación Andina de Fomento (CAF); el IFC, brazo financiero del Banco Mundial; y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
También en los próximos meses deben ponerse de acuerdo con la comunidad campesina de Paijan (La Libertad) para definir el pago del alquiler las tierras eriazas para la instalación de los aerogeneradores.
Sobre este punto, Coronado resaltó el impacto económico que tendrá la central en la población, pues les permitirá mejorar sus ingresos y su calidad de vida.
“Este tipo de generación eólica propulsa una excelente repartición de la riqueza, a diferencia de otras energías, el componente social es muy importante”, destacó.
(FIN) CSO/EBS