Enriquecerse especulando con futuras catástrofes: en eso consisten los bonos catástrofe. Un mecanismo financiero que apuesta por el sufrimiento y la miseria. En el mundo de las grandes inversiones financieras, existe un mercado para casi todo. Incluso para futuras catástrofes naturales o de otro tipo que aún no se han producido y quizá nunca se produzcan. Los bonos catástrofe especulan con la probabilidad de que éstas ocurran.
Y, sobre todo, con los daños que podrían causar. El cambio climático es un hecho y a las aseguradoras convencionales les resulta cada vez más difícil hacer frente a sus consecuencias, como incendios forestales devastadores, inundaciones o huracanes. Por eso, el mercado de los bonos catástrofe no hace más que crecer.
Tras los inmensos daños causados por el huracán Sandy hace unos diez años, ciudades como Nueva York invirtieron en este tipo de bonos para protegerse de los riesgos de futuras catástrofes. ¿Cómo funciona exactamente este mercado? ¿Y qué ocurre con quienes no pueden asegurarse contra tales daños?
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