Arturo Alfaro
Medina, presidente de dicha organización, indicó que el arrojo del
desmonte es frecuente por ejemplo en zonas de playa de Villa El Salvador
y el Callao, lo que no solo impide a los bañistas disfrutar del mar
sino que afecta la fauna marina.
“Como
ejemplo encontramos la gran cantidad de basura marina recogida en la
playa Carpayo del Callao, de la cual se obtuvo un aproximado de 70
toneladas de maderas, plásticos, alfombras, y otros residuos
provenientes del arrojo de desmontes en las playas y acantilados de
Magdalena y San Miguel", indicó.
Igual
situación se ha observado en playas de Villa El Salvador, Huanchaco en
La Libertad y otras localidades de la costa peruana. "Cuando no
pueden arrojar los residuos en las playas los dejan en las avenidas o
terrenos descampados, exponiendo la salud de la población y ocasionando
un costo a los municipios que luego tienen que recoger estos residuos”
señaló.
Según el especialista, el
problema no está solo en las playas, pues se ha podido observar a nivel
nacional el arrojo de estos residuos en las cuencas de los ríos Chili,
Amazonas, Urubamba, Rímac, Cieneguilla, Mantaro, Yauli, entre otros.
Esto,
agregó, ocasiona el deterioro de los ecosistemas acuáticos, la
reducción del cauce del agua con riesgo de desborde e inundación, y que
los residuos luego lleguen al mar generando mayor basura marina.
“Esto
sucede porque falta un mayor control por parte de las municipalidades
de las actividades de demolición y transporte de los escombros.
Las unidades de serenazgo de las municipalidades deberían de realizar
un seguimiento de los volquetes o camiones que ingresan y circula por su
distrito y evitar que arrojen su carga en cualquier lado, y menos aún
en playas o riberas de los ríos.
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