El pasado junio, cuando durante el distractivo mundial se presentó y
promulgó el “Paquetazo antiambiental”, el principal cuestionamiento se
centró en el recorte de facultades a las entidades de fiscalización
ambiental (OEFA y SINEFA), incluida la restricción a la OEFA para
sancionar a infractores durante 3 años y la rebaja de las multas en 65%.
Pero lo más grave comienza a salir a luz recién ahora. El Título 3 de
la Ley del Paquetazo es una bomba de tiempo. Contiene una trampa que
hace posible expropiar cualquier territorio de las comunidades y ser
entregados a privados a través de facultades especiales dadas a Cofopri
para declarar de “interés nacional” o “proyecto de gran envergadura”
cualquier terreno en el país, delimitarlo supuestamente para su
saneamiento y hasta inscribirlo como propiedad de la empresa en
Registros Públicos. Con ello, la empresa se liberaría de consultar con
comunidades para sus actividades extractivas y el Estado podría quitar
cualquier territorio a cualquier peruano a sola calificación de Cofopri.
En esa calificación, increíblemente, no participan ni Minagri (ente
rector), ni el Viceministerio de Cultura (instancia rectora en material
de Pueblos Indígenas). Apenas detectado (hace poco) el peligro por la
tremenda inestabilidad jurídica que esta ley añade a los territorios de
los Pueblos Indígenas, el Viceministerio de Interculturalidad remitió a
la PCM una propuesta para exceptuar de este régimen a los Pueblos
Indígenas. PCM, hasta donde se sabe, aún no se digna a responder.
Mientras, la selva empieza a moverse. El Pacto de Unidad de las Organizaciones Indígenas se ha pronunciado (http://goo.gl/lghj1J): “La Ley 30230 abriría una etapa de inseguridad y mayor caos sobre las propiedades rurales en el país”.
No hay que perder de vista, además, que si para Lima la noticia de
cuatro líderes asháninkas –asesinados por traficantes y blanqueadores de
madera– es ya noticia pasada, para las comunidades indígenas –como es
lógico– sigue siendo de gran impacto. Acentúa la percepción de
desatención del gobierno a su problemática. No solo porque Edwin Chota
era un denodado activista en su comunidad sino porque su lucha es la de
la mayoría de comunidades: por la titulación de sus tierras. Un problema
latente y generalizado en el que el Estado carga con toda la
responsabilidad por su ineficiencia e incumplimiento.
Más de 500 comunidades exigen y esperan hace años la titulación de
sus tierras, que parece avanzar más lento que las concesiones
extractivistas. Concesiones cuyas áreas suelen incluso superponerse a
los territorios ancestrales. Tal como sucedió en el caso de Edwin Chota y
como explica ahora Washington Bolívar, líder cacataibo que ha llegado a
Lima para denunciar que como Edwin, él también ha sido amenazado de
muerte por los taladores ilegales a quienes ha denunciado. “¿Por qué nos
amenazan de muerte? Porque nuestros territorios no están titulados.
Mientras que nosotros, Pueblos Indígenas, no tengamos un documento
que diga esto es tuyo, de eso se valen los ilegales. Y no solo ellos,
las mismas empresas hacen la tala ilegal. Y por eso han matado a
nuestros cuatro hermanos que vinieron a denunciar a Lima”. Washington
también señala que en la mafia hay funcionarios de Estado implicados.
Coincidentemente, la denuncia que hizo contra ellos fue archivada. Lo
mismo pasó con dos denuncias fiscales que logró Edwin Chota y en las que
consignaba a funcionarios corruptos con nombres y apellidos.
Archivadas. Hay incluso nativos que se coluden con los blanqueadores de
madera y que ahora pretenden desprestigiar a Washington y a Edwin.
Mientras, el gobierno central se hace de la vista gorda, sabiendo,
por ejemplo, que el 80% de la madera que sale de Ucayali es de tala
ilegal y blanqueo de madera de formales. Funcionarios estatales,
regionales, fiscales, gobernadores, muchas autoridades coludidas, como
bien lo sabe otra víctima de esta maraña mafiosa, el ex fiscal ambiental
José Berrospi (http://goo.gl/C7mePb),
que acompañó las denuncias (luego archivadas por otros fiscales) de
Edwin Chota contra los mafiosos, lo que le costó el puesto y la
reputación que intentan embarrar.
Algo muy grave está dejando pasar este gobierno: Edwin Chota,
Washington Bolívar y José Berrospi activaron y procedieron acorde a las
instancias institucionales, pacíficas y democráticas: titulación,
denuncias, reuniones con ministerios, Defensoría, organismos, etc. ¿El
resultado? Edwin está muerto. Berrospi fue despedido. Washington,
amenazado de muerte. ¿Y la responsabilidad del Estado de que las
instancias institucionales funcionen?
¿Le importa a este gobierno lo que pasa en la selva o solo las
preocupaciones de las transnacionales y la empresa privada? ¿Le importa a
este gobierno que se acentúe la inseguridad jurídica de los Pueblos
Indígenas, que se incube el conflicto social, que vuelva a correr sangre
porque no solo son los olvidados del país, sino los ninguneados, los
excluidos de los excluidos, los ciudadanos de “segunda clase” (Alan
García) hasta que se les manda silenciar? ¿Qué espera Humala, un Bagua
II?
http://www.larepublica.pe/columnistas/de-centro-radical/cuando-el-gobierno-macera-un-nuevo-baguazo-21-09-2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario