Con más de 80 mil especies de plantas y cientos de miles de especies animales, la selva amazónica es un océano verde de vida. En medio de este ecosistema, la ceiba ofrece refugio y lugar de reproducción a numerosas especies animales que no podrían sobrevivir sin ella. Libélulas y caballitos del diablo revolotean alrededor de las espinas de su tronco para depositar sus larvas en las bromelias. Aquí, lo más pequeño influye en lo más grande, y viceversa. Las bromelias son reservorios de agua suspendidos: en una hectárea de bosque, pueden almacenar hasta 50 mil litros de agua.
Cuando, en la temporada de lluvias, el suelo del bosque está inundado, los peces se convierten en jardineros. Se alimentan de las semillas de los árboles que han caído y las distribuyen por toda la región amazónica. La ceiba se mantiene firme hasta la siguiente estación seca, anclada en el suelo con sus enormes raíces. Todo el bosque respira, desde el musgo en el suelo hasta las copas de los árboles. Este intercambio de gases es la base de la vida en la Tierra. Sin embargo, peligros como la deforestación y el cambio climático amenazan a este ecosistema único.
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