Balance de Al Gore
Por César Levano
Diario La Primera
El otrora vicepresidente de Estados Unidos Al Gore ha elogiado el “milagro económico” del Perú. Sin duda está convencido de que eso es verdad. No se explicaría él de otra manera que en un país tan pobre como el Perú le puedan pagar los 100 mil euros que suele cobrar por cada conferencia que da sobre el cambio climático.
Uno de los reproches que se formulan a Gore es precisamente que su actividad sobre el cambio climático ha engordado su fortuna personal de 2 a 25 millones de euros en un solo año, el 2008. Se calcula que en siete años ganó aproximadamente 70 millones de euros gracias a su talento de expositor que anima una causa justa.
Innegable es que el Perú ha logrado éxitos económicos que no se deben a ningún esfuerzo gubernamental, sino al alza de precios de las materias primas en el mercadomundial. Ese boom obedece al crecimiento vertiginoso de una demanda impulsada por China y la India.
No menos indudable es que acá el avance macroeconómico no ha ido acompañado de progreso social. Al contrario, sueldos de hambre, despojo de derechos laborables, represión contra quienes se oponen a tales desmanes: ese es el rostro repulsivo de una política que Al Gore patrocina.
Si algún país de América latina se acerca al nivel del primer mundo capitalista no es precisamente el Perú. Basta compararnos con Brasil. Bajo el gobierno de Lula, Brasil ha creado desde el 2003 diez millones de empleos y va a invertir 400 mil millones de euros en obras públicas, de aquí al 2014, año del próximo mundial de fútbol. La revista francesa de negocios Capital indica en su edición de setiembre que con Lula la clase media se ha duplicado y que 26 millones de brasileños han salido en diez años de la pobreza extrema. No sólo eso: las exportaciones del gigante se han diversificado. El 11% de éstas son material de transporte, el 8,4%, mineral de hierro, el 7,4%, carne, el 6,9% petróleo y derivados, el 6,3%, automóviles y aviones.
¿Cuántos aviones y automóviles exporta el Perú?
Al Gore no se refirió a puntos oscuros del “milagro” peruano, sin duda porque no quiere malquistarse con quienes le invitan y le pagan. Pero hay también una dosis de hipocresía en sus planteamientos. Cuando era vicepresidente de Bill Clinton se produjo el bombardeo estadounidense de una supuesta fábrica de armas químicas en Jartum (Sudán). Nunca se pudo probar la acusación. A Gore se le reprocha también el ser propietario de algunas de las minas más contaminantes de Estados Unidos.
En todo caso, el político norteamericano no es de los peores de su país; pero tampoco parece serio que elogie a una política y unos gobernantes que se distinguen por la actitud concesiva ante empresas mineras y de Hidrocarburos que envenenan ríos, destruyen agro y bosques, y esquivan el pago de impuestos.
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